¿Cuál es el tipo de bolsa más sostenible?

Suponemos que si has llegado hasta aquí es porque te preocupa lo perjudicial que puede llegar a ser el material del que está hecho tu bolsa para el medio ambiente. Al fin y al cabo, es un elemento que usamos prácticamente a diario. Especialmente a la hora de hacer la compra. Y es que, con toda esta ”prohibición” de las bolsas de plástico, es normal que cualquiera se plantee a sí mismo este pequeño dilema.

Para resolver tus dudas, a continuación hemos escogido los cuatro tipos de bolsa que están en boca de todo el mundo. Vamos a centrarnos en cada una de ellas y explicaremos cuáles son sus ventajas y desventajas.

BOLSAS DE PLÁSTICO

Como ya sabéis, las bolsas de plástico se elaboran a partir de la refineración de petróleo. Su sistema de fabricación consume altas cantidades de energía, y la materia de la que están hechas puede tardar hasta 150 años en degradarse. En la actualidad, se desperdician más de 20.000 bolsas de plástico todos los días. Considerando que su esperanza de vida es de una media de 12 minutos (lo que puedes tardar en llegar a casa caminando desde la tienda), parece más que evidente que las bolsas de plástico son un terrible enemigo contra el cuidado del planeta. Pero, ¿realmente es así?

BOLSAS BIODEGRADABLES

Estas bolsas, especialmente similares a las de plástico, surgieron como una alternativa casi futurista para sustituir a las primeras de una forma en la que la contaminación fuera prácticamente nula utilizando los llamados bioplásticos sostenibles, capaces de degradarse en un pequeño período de tiempo. Sin embargo, se ha demostrado que estas bolsas no son tan ecofriendly como se proclamaba en un principio. Un estudio demostró cómo estas bolsas, después de permanecer tres años enterradas, eran capaces de sobrevivir al paso del tiempo prácticamente intactas. Por lo tanto, si no se reciclan como es debido, estas bolsas pueden llegar a ser igual de perjudiciales para el medio ambiente como sus hermanas, las de plástico.

BOLSAS DE PAPEL

A los ojos de muchas personas las bolsas de papel resultan una solución mucho más sostenible que las de plástico, incluso que las biodegradables. Y la respuesta resulta totalmente obvia: a diferencia de las otras dos, el papel es totalmente biodegradable. Su período de degradación es mucho más rápido, y no pone en riesgo la vida de ningún animal al invadir su hábitat. Puede que todo eso sea cierto. Es más, yo misma llegué a creer durante un tiempo que era imposible que las bolsas de papel fueran perjudiciales. Sin embargo, seguramente estés pasando por alto algún que otro detalle: para su producción, es necesaria la tala de árboles. Además, estas resisten mucho menos que las de plástico, lo cual no compensa su huella ambiental.

BOLSAS DE TELA

Las bolsas de tela aparecen como las salvadoras para muchas personas. No son de plástico, son biodegradables, y evidentemente son mucho más resistentes que las de papel. Hasta aquí todo bien. Parece que ya hemos encontrado a las aliadas perfectas. Pero suponemos que no te sorprenderá que ahora te digamos que no todo es tan bonito como parece. Al fin y al cabo, en la producción de estas bolsas se necesita mucha energía y recursos, al igual que ocurre con las de plástico. Asimismo, para compensar su huella, requieren que se les de un aproximado de 150 usos.

Llegados hasta este punto, es comprensible que sientas más confusión que antes. Es posible que acabes de descubrir que las bolsas que siempre solías usar no son tan ecológicas como tú creías. O que la que pretendías empezar a utilizar tampoco es una alternativa tan buena como parecía al principio.

¡Pero que no cunda el pánico! Ahora que ya sabes mucho más sobre las bolsas y sus impactos, puedes intuir cuál de todas ellas resulta la opción más responsable (quitando la de no llevar ninguna bolsa, que está claro que es la más sostenible de todas). La respuesta es muy simple: reutilizar la que ya tienes.

Así es. Reutilizar hasta la saciedad la bolsa que ya tienes es la mejor decisión que puedes tomar. Al fin y al cabo, recuerda que en la regla de las tres erres, la primera opción es reducir (¿para qué quieres más bolsas si ya tienes más que de sobra?). La segunda es reutilizar (dale una segunda vida a tu bolsa. Y si es una tercera, una cuarta, una décima, una vigésima… Pues aún mejor). Y por último, reciclar (cuando tu bolsa no de más de sí, y su vida útil haya acabado, recíclala. Puede que con ella se pueda crear un nuevo material utilizando menos recursos y menos energía).

¿Y qué pasa si me olvido la bolsa en casa? ¿Tengo que comprar otra?

No tienes por qué. En esos casos, puedes emplear la estrategia que muchos hemos puesto en práctica cuando nos hemos visto envueltos en esa tesitura: volver a casa abrazando a tu compra. Quizá no sea la opción más cómoda y muchas personas se queden mirándote, ¡pero tu conciencia seguro que estará más tranquila!

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¿Y si vivo lejos? ¿Y si es una compra extremadamente grande?

En ese caso puedes utilizar otros medios a parte de los brazos. Como la canasta de la bici, el bolso, el carrito de tu bebé, o incluso puedes cargar a tu acompañante con todo el peso. ¡El objetivo es evitar comprar otra bolsa que no necesitas a toda costa! 😉

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